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El Sevilla comenzará los protocolos previos a la pretemporada este martes y, salvo sorpresa capital, la reincorporación de los futbolistas al trabajo se quedará sin cara nueva.
Los dos principales jefes visibles de Sevilla, José Castro y Monchi, lo venían anunciando en sus reiteradas declaraciones públicas. Tanto el presidente como el director general deportivo han reiterado desde que terminó la Liga el pasado 23 de mayo que este mercado iba a estar muy atascado por varios factores, entre los que destaca que la verdadera crisis del Covid-19 se va a reflejar en verdad en este mercado de fichajes, absolutamente varado.
El primer año de la era Covid, los clubes aún tenían el remanente de haber competido en condiciones normales durante más de media temporada. Los patrocinios estaban vigentes, los derechos de televisión, las entradas y la taquilla repercutieron en las arcas, aunque posteriormente el club brindó a sus socios la oportunidad de recuperar el dinero de las últimas once jornadas ligueras sin público. A esto hay que sumarle la gran puerta al mercado que siempre supone un gran torneo, la Eurocup sobre todo, pero también la America’s Cup. Ambos se enfrentan a las eliminatorias decisivas y aún no ha habido un gran movimiento en el mercado que pueda dar inicio a la ruleta europea de grandes traspasos.
En el caso del Sevilla, la comparación con el primer verano de la segunda era Monchi es evidente. Hasta el momento solo ha anunciado con gran fanfarria, con el merecido boato, la renovación de Jesús Navas. Y sotto voce, las rescisiones de Juan Soriano, Lara o Aleix Vidal. En cambio, en un día como hoy, 4 de julio, hace dos años, el Sevilla anunció la contratación de Ocampos. Era el quinto fichaje de Monchi, que esa primavera también se esperaba e incluso bromeaba en Twitter sobre los consejos que le dieron sus perros Luna y Piña para conseguir las decisiones que tenía que tomar para llevar a cabo una auténtica revolución en la planificación sevillana.
El primero de esa revolución llegó en junio y fue Diego Carlos. Luego cayeron, todavía en junio, Joan Jordán tras una ardua negociación con el Eibar; y ya en julio De Jong; Koundé, la gran apuesta de Monchi; y Ocampos, que se anunció precisamente el 4 de julio, hace dos años.
Dos de esos futbolistas se presentan actualmente como piezas clave en el particular juego de dominó del Sevilla ante el mercado. De Jong, a pesar de que se lesionó en la Eurocopa y ya estaba fuera del partido que supuso la eliminación de Holanda, es uno de los jugadores por los que el Sevilla espera poder tener algún ingreso. Tiene un gancho en su país y en junio surgió la opción, ahora enfriada, de que el PSV querría repatriarlo. Pero la piedra angular de todo es Koundé, que durante la preparación de la Eurocopa reiteró en declaraciones realizadas en Francia que es el verano para salir. Pero por el momento no ha llegado ninguna oferta convincente en firme.
El comité ejecutivo espera una oferta formal por el excelente defensa central francés, cuya participación en la Eurocopa ha sido breve y discreta. Pero su proyección sigue siendo válida. ¿El problema? Que no hay liquidez en un mercado en el que los grandes clubes europeos, casi los mismos que quisieron desvincularse de la Superliga para acabar con su crisis financiera, no han hecho ningún movimiento. El Sevilla ni siquiera ha formalizado el fichaje, como agente libre, de Dimitrovic. La prisa no tiene. El mercado va largo, la columna vertebral está asentada y el respaldo de Monchi sostiene la presión.
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