Un día más habría un encuentro entre la fuerza bruta de la zona superior contra los supervivientes de la zona inferior. El Sevilla se enfrentó a un Valladolid que quiso sumar para seguir sumando, pero los andaluces necesitaban sumar ciertos puntos, no solo por la tabla, sino también por la moral del equipo.
Un pequeño esfuerzo hace mucho
Desde el inicio del partido por el pito de Estrada Fernández, el Sevilla intentaría dominar el encuentro. El problema de Lopetegui, con un Valladolid invasivo, es que su equipo no se encontraba cómodo en el terreno de juego. Los andaluces habían iniciado una guerra sobre el césped para adelantarse en el césped, pero no había forma de adelantarse en el marcador.
Sergio González intentó posicionar bien a sus jugadores para que los jugadores del Sevilla no tuvieran huecos. La clave fue cerrar líneas en la estrategia defensiva y eso hizo que los pupilos de Lopetegui intentaran buscar pases imposibles en la salida del balón. Estaba claro que la tarea de llegar a la portería de Roberto era difícil, pero también era complicado buscar la portería del Sevilla porque la gente de Valladolid tenía muy poca certeza en los pases o centros.
Pero los minutos finales de la primera parte cambiarían en gran parte gracias al VAR. Un cabezazo de Diego Carlos a la parte posterior de la cabeza de Weismann enmascaró una patada de debajo de Rekik sobre el ariete. De no ser por el VAR, Estrada Fernández no habría pitado un penalti claro, que sería ejecutado por Orellana a pocos minutos del final de la primera parte, poniendo el marcador a favor del equipo más necesitado de los dos.
Bono el héroe
Lopetegui aprovecharía el resto de la primera parte para introducir ciertos cambios para variar el marcador. Mientras el Real Valladolid apretaba y buscaba el balón perfecto en los últimos metros por errores, los andaluces solo buscaban la sencillez de superar al centrocampista sin problemas. El problema fue que ninguno de los dos cumplió con ninguna de sus tareas y la tarea se volvió cada vez más difícil.
El problema es que todo su potencial ofensivo parecía inútil para el cierre de líneas que había propuesto el equipo de Sergio Rodríguez. Eso conducía a un Sevilla que intentaba encontrar su sitio en el partido pero le costaba horrores disparar a portería, sin valorar si eso era peligroso o podía gestionar algunos aspectos locales favorables.
Los minutos finales serían un momento de desesperación donde la afición sevillista buscaba al menos su punto de oro y finalmente llegaría. Los sevillistas ahogaron el área de Valladolid y, cuando aún reclamaban penalti, Bono remataría un balón muerto desde el área para rescatar un punto muy necesario para los sevillistas, mientras que el Valladolid vio dos puntos que se perdieron en los últimos minutos.
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